La astrónoma Henrietta Swan Leavitt formó parte del ‘harén de Pickering’. A finales del siglo XIX, ella y sus compañeras ejercieron de computadoras en el Observatorio de Harvard, cuando era director del mismo el astrónomo Edward Charles Pickering. Por veinticinco centavos la hora, analizaban las estrellas una a una; llegaron a catalogar la posición, el brillo y el color de todas las estrellas del cielo. ¿De qué habrían sido capaces estas mujeres si Pickering les hubiera dejado desarrollar sus propias ideas científicas?

teatroSin saberlo, el ‘harén de Pickering’ sentó las bases de la astronomía del siglo XX. Y para que hoy se sepa, el Instituto de Astrofísica de Andalucía ha puesto en la Red un mimadísimo videoblog, ‘El extraño caso de Henrietta Leavitt y Erasmus Cefeido’, con guión y documentación de Emilio García y Silvia López, en el que Natalia Ruiz Zelmanovich interpreta el papel protagonista.

«Fallamos en cultura científica en general -se lamenta Natalia Ruiz al pensar en el conocimiento que la sociedad tiene de la ciencia-, por lo que este tipo de proyectos suponen un esfuerzo importante». Divulgadora, actriz y participante en las Jornadas D+I, opina que «hay que seguir explotando las artes y el humor para llegar al público general».

Y, en este caso, es el teatro el que presta su técnica a la divulgación científica, con su poder para tocar los corazones de los espectadores. La emoción, el humor… sirven para transmitir el mensaje, sin que se pierda nada por el camino. De esto saben mucho Oswaldo Felipe, Daniel Erice y Miguel Abril, acompañantes de Natalia Ruiz en el escenario de Etopia. Se suben a las tablas para sembrar entre el público el interés por la ciencia. Y creen que «el objetivo se cumple, por el nivel de atención que encontramos», dice Felipe, que vendrá a las Jornadas con su espectáculo ‘Oh¡ndas’ para demostrarlo.

‘Oh¡ndas’ es la primera experiencia de divulgación científica de la veterana PAI (Promotora de Acción Infantil), dirigida especialmente a alumnos de Bachillerato. José Luis Cebollada, químico, profesor de Secundaria y coordinador del proyecto educativo Ciencia Viva, fue el promotor de este espectáculo; y pidió a la PAI «que la mitad de lo que ocurriese fuera mentira, para generar dudas y despertar interés», cuenta Oswaldo Felipe. He aquí un truco de divulgación innovadora.

Otros muchos guardó en su manga Miguel Abril, del Instituto de Astrofísica de Andalucía, cuando alcanzó el tercer puesto en la final del concurso FameLab en su versión española. Animado por Fecyt, contó al público los sorprendentes avances científicos en el tema de la invisibilidad. Y el público rió con sus explicaciones sobre metamateriales, índices de refracción, velocidad de la luz…; para todos con humor. Por suerte, el monólogo de Miguel Abril volverá a conquistarnos en las Jornadas D+I. Y él nos revelará las claves del éxito.

Muy bien las conoce el astrofísico Daniel Erice, para quien el combinado teatro-ciencia es mucho más, una simbiosis imposible ya de obviar. ‘El teatro en la clase de ciencia’, ‘Teatro y ciencia, la dramaturgia del experimento’, ‘El tiempo por las nubes’… son títulos de obras, de cursos y talleres organizados por Erice desde su empresa de gestión cultural Alioth artes&ciencia y con la compañía Teatro para Armar, de la que es director artístico.

¿Qué tiene el teatro que lo hace especialmente útil para la divulgación científica? «Permite crear en el espectador experiencias significativas, ya que trabaja con las tres dimensiones y los cinco sentidos. Parte de la cotidianeidad para crear momentos poéticos, actores y espectadores viven una transformación y se fomenta el descubrimiento frente a la imposición de conocimientos. Todo esto hace del teatro una herramienta fantástica, tanto para facilitar la comprensión de nuevos conceptos, como para propiciar nuevas vocaciones científicas». Así lo explica Erice, que, seguro, nos contará más trucos en Etopia para llegar a la fibra sensible del receptor. Sólo así ganaremos en cultura científica.